Un poco de Historia

El origen del nombre de Villamuelas deriva del orónimo «Muelas», que significaría algo así como «altura o cerro escarpado de cumbre reducida y plana» y  su origen está en el vocablo latino «MOLA» o  «MOLIS». En documentos mozárabes se ha llegado a escribir como «Villamolas». Se sospecha que pudiera tomar el nombre del «Cerro del Pendón» (631 m., latitud: 39.8119, longitud: -3.7251):

Después de la invasión musulmana de la Península Ibérica en el año 711, se inició un larguísimo periodo de reconquista, en el caso de estos territorios, fue llevada a cabo por el Reino de Castilla. Sería entonces con el definitivo asentamiento de los castellanos, cuando se empezó un proceso de repoblación, en el que se presume la creación de Villamuelas.

En sí no se tiene una idea exacta de cuándo empezó a existir nuestro pueblo. Los primeros datos que se tienen de nuestro municipio datan al menos del siglo XII, en varios documentos de compra venta mozárabes o judíos, cuando “Villa de muelas” formaba parte de la casa de labor/aldea de «La Sisla de la ciudad de Toledo», conocida como la alquería de «Cerva Longa».

A mediados del siglo XII se repueblan las aldeas de Cerva Longa y Villamuelas. Para llevar a cabo la operación se dividen en ocho partes, de las cuales, cuatro se venderían después en el año 1211.

El arzobispo Jiménez de Rada poseía varias propiedades en Cerva Longa y en 1211, don Juan de Setfila, en nombre del arzobispo primado de España, adquiría a don Illán Pérez, hijo de don Pedro, tierras en las referidas alquerías. Estas habían sido de Gonzalo Pérez (posteriormente fue arzobispo), hijo de don Pedro el Polichení.

Esta autoridad sobre Villamuelas del Arzobispo se debe a que pertenecía a la Mitra Toledana justamente desde Jimenez de Rada, que comenzó su episcopado en Toledo en 1209. Se vendieron finalmente, cuatro de las ocho partes mencionadas anteriormente.

Después de todo, Cerva Longa, al situarse cerca del río Algodor, hizo que se convietiese en un paraje insano y quedó prácticamente despoblada en beneficio de Villamuelas.

En el volumen 2 del libro “Los Mozárabes de Toledo en los siglos XII y XIII” de Ángel González Palencia, profesor auxiliar de la Facultad de Letras de la Universidad de Madrid en 1926, se recopilan algunas escrituras de compraventa escritas en mozárabe y castellano respectivamente entre 1211 y 1303, donde se comienzan a comprar partes de la alquería.

Este es uno de los fragmentos de esas escrituras de compra venta en pergaminos. Se pueden leer muchos más en el mencionado libro del Profesor Ángel:

Texto original del pergamino extraido del libro «Los Mozárabes de Toledo en los siglos XII y XIII” del profesor Ángel González Palencia. Publicado el año 1926.

Año 1211, Abril.

Venta que otorga don Illán Petrez, hijo de  don Pedro…., a favor de don Juan de Setfila, representante y con dineros del arzobispo don Rodrigo Jiménez, primado de España, de la parte que él tenía en las alquerías de Villa de Muelas y Cerva Longa, alquerías de la ciudad de Toledo, parte que había adquirido de su cuñado Gonzalbo Petrez, hijo de don Pedro el Polichení, y que era una novena parte de las citadas alquerías, por precio de 11 mizcales de oro alfonsí.

Fecha en la primera decena de Abril de la era 1249.

 

Se sabe que don Rodrigo Jiménez de Rada, a partir de 1213, acepta de que Villamuelas fuera ocupada por nuevos repobladores, la mayoría pertenencientes a «La Guardia», ya que en la batalla de Las Navas de Tolosa se había frenado el peligro de un avance de los reyes de taifa hacia el norte y había abierto el camino para la conquista de Andalucía.

Retrato del Arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada

A finales del sigo XIII, en 1284, en documentos de la Parroquia Santa María Magdalena, se habla del clérigo Domingo Pérez, también al tiempo que se habla de un vecino llamado Pedro Micael, conocido como «el pescador» que ha pagado al prestamista judío, Ausuleiman Davi, la cantidad de 200 mizcales.

Se sabe que durante la revuelta de las Comunidades de Castilla, el pueblo era favorable al bando comunero en contra del rey Carlos I, por lo que el pueblo sufrió numerosas represalias.

Después de varios pleitos y de un breve Papa Gregorio XIII, el Rey Felipe II consiguió una autorización para segregar de la dignidad arzobispal, entre otras villas, a Villamuelas. Así pues, sobre el año 1583, Felipe II, por 2.482.215 maravedíes, (unos 73.000 reales) vende la Villa a don Álvaro de Alcocer, que fue en su juventud secretario del emperador Carlos V, siendo propiedad de la familia Alcocer durante generaciones hasta llegar a manos de su sobrino nieto, don Alonso de Alcocer, que según algunos textos, fue conocido aproximadamente desde el año 1627, como el “Señor de Villa Moles y regidor de Toledo” o Señor de Villamuelas y regidor de Toledo.

Árbol genealógico de la familia Alcocer. Desde Álvaro de Alcocer (I) hasta Alonso de Alcocer, Señor de Villamuelas.

La escritura de compra venta de don Álvaro de Alcocer comprendía la juristicción en primera y segunda instancia en forma igual a como a la había tenido la Iglesia hasta entonces, así como el derecho de elegir a los alcaldes (mayor y ordinarios), regidores, escribanos y demás oficiales del Concejo.

En definitiva se trataba de recibir los beneficios que le proveía el señoría, y así parece demostrarse por la poca influencia que tuvieron en la vida ordinaria de Villamuelas.

En diversas ocasiones se producen situaciones de tensión entre la población y los señores. El interés de los señores era recibir los beneficios de sus vasallos y éstos a su vez querían quitarse esa carga.

Don Álvaro tuvo serios conflictos con el pueblo, acusandole de opresión y arbitrariedad, consiguiendo que en 1639 de los tribunales reales, se le conedene a una pena de diez años de destierro de Villamuelas.

Esta tensión se produce de nuevo cuando ya en el siglo XVIII, en 1765, el pueblo interpusiese demanda contra Doña María Alcocer Ponce de León, para intentar rescatarse del vasallaje abonando la cantidad entregada a la Hacienda por el fundador del señorío. Pese a todo, la demanda no properósegún el auto de 1767.

Durante el siglo XVIII la población oscilaba en torno a los 360 habitantes, compiéndose de unas 73 casas, muchas de ellas deterioradas y casi inhabitables. Enfermedades como las tercianas y los tabardillos, eran habituales, siendo combatidas con sangrías y refrescos.

Finalizando el siglo XVIII, la población crece hasta llegar a un número muy parecido al de la actualidad para después aumentar un poco más de manera leve en los siguientes años, llegando a su máximo hasta principios de siglo XX. Al finalizar la Guerra Civil, se produce un proceso migratorio, por lo que el municipio pierde hasta una tercera parte de sus habitantes.

En el año 1968, la vida de las Villamueleras y Villamueleros dio un giro de 180º digno de una novela policíaca.

Se produce famoso crimen “del homicidio con el hacha”, el cual se llegó a conocer a nivel nacional incluso.

En la madrugada del 21 de mayo de 1968, mientras casi todos dormían, un vecino pasaba por la calle y vió salir fuego de la chimenea de una casa, el cual empezó a correr al grito de “fuego” tocando también las campanas de la Parroquia Santa María Magdalena para que todo el mundo saliese de sus casas y ayudar a extinguirlo.

El incendio no tardó en extinguirse, pero como dato curioso, fue el segundo incendio en la misma vivienda en el plazo de un mes.

No tardaron en darse cuenta de que un hombre yacía en el suelo, sangrando. El era Luis Torres Peinado, vecino que vivía en la casa colindante al incendio y que con solo 33 años de edad fue apuñalado en la sien derecha y en el cuello con lo que luego se supo que fue un hacha de unos 10 cm de filo encontrado en el fondo de un pozo.

El caso no se pudo nunca resolver, aunque los vecinos siempre sospecharon del mayordomo de la Casa Grande, aunque sin pruebas.

En los años 70, el caso llegó hasta Televisión Española, llegando a emitir un pequeño reportaje, que con actores, llegaron a simular y contar lo sucedido.

Durante mucho tiempo, los villamueleros se dedicaron a la transformación del esparto en sogas y esteras que eran vendidos en los pueblos de alrededor. Hoy en día, Villamuelas, con sus aproximadamente, 600 habitantes, es conocido por su tranquilidad, su embalse y su pesca, su caza y nada menos que su aceite de oliva virgen extra de calidad excelente, según algunos catadores.

Fuentes: